domingo, 11 de mayo de 2014

6. Despedidas

Perdona si picaste en esta entrada pensando en divertirte un rato. También los sanitarios tenemos nuestros días y nos necesitamos desahogar. Es lo que me apetece a mí hoy, tras un turno de noche un tanto enrarecido.
Había comenzado en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital donde echo mis ratitos (ese día que tienes éxito y que la de recursos te ha llamado después de toda la semana sentada entre telarañas al lado del teléfono para ofrecerte un contrato).

Entre mis clientes, contaba con Don Evaristo, un señor afable que llevaba varios días ingresado con nosotros, que ya estaba bastante estable a pesar de sus dolencias cardiacas, y que andaba peleándose con el mando de la cama, para no variar...
-¡Violeta hija! Anda y súbeme la camita que tengo el culo echando fuego. ¡No tanto! Ahora más abajo, un pelín más... ahí.
(Tengo la sensación de haber dejado a mi amigo Evaristo con la cama justo en el mismo sitio...¡pero en fin!).

Tras darme el cambio de mi primer cliente, pasamos al segundo. Miguel. No era tan mayor, pero estaba muy fastidiado. En su monitor la cosa pintaba fea; y él, estaba sedado y con un tubo para respirar. Al parecer, encima, no era la primera vez que nos visitaba, y tras intentar hacer de todo por él lamentablemente, parecía que iba a ser la última.

Según terminé la ronda, revisé que todo el material estuviera en orden, gráficas, medicación e historias, cuando apareció el médico para dejarme unas instrucciones.

-Procura que esté cómodo, yo voy a avisar a la familia de que ya se va acercando el momento.

"Procura que esté cómodo" resonó en mi cabeza. Siempre que pasan estas cosas te planteas qué haría la persona si se viese en esa situación, qué es lo que más le gustaría hacer, qué es estar cómodo para él. o a quién sería la persona que más le gustaría ver. La cabeza da vueltas y vueltas, hasta que te recuerdas que tú no estás ahí para eso, y que hay barreras que mejor no franquear. Así que hice lo mejor que pude y supe para que estuviera confortable, siempre revisando las medicaciones que le mantenían en esa paz.

Entonces llegó la llamada. El médico se mostró muy amable y cercano "está muy malito... no sabemos cuánto tiempo..." Yo estaba preparando una infusión para don Evaristo mientras, que me prometió picándome el ojo que se la tomaría toda antes de ponerse a descansar. Me detuve a pensar en lo difícil que tiene que ser comunicar ese tipo de noticias, en cómo disfrazarlas para que la familia pueda acudir lo menos alarmada posible, sobre todo cuando no se lo esperan. 
Ufff, la familia. Siempre es lo que más me cuesta. No por hablarles, o atenderles, sino por verles sufrir. En el fondo el paciente en muchas ocasiones ya no es consciente de nada... pero ellos, están ahí, sufriendo, viviendo su proceso de duelo... Y tú tienes que ser fuerte y ayudarles en lo que puedan necesitar, y ser empática por las emociones que puedan manifestar... Poco a poco con esa idea me fui sintiendo más chiquitita, intenté respirar hondo y mentalizarme por todo lo que pudiera venir a continuación. Al fin y al cabo ¿quién soy yo en esta historia de despedida? Nadie, solo la que le tocó el turno, la que le tocó darle medicación o estirarle la cama, la que apuntó la gráfica y poco más. Ni amiga ni familiar ni compañera ni nada. Yo no era nadie.

-Violeta, ya ha llegado la familia ¿le podemos decir que pase? Me preguntó uno de mis compañeros.

Repasé todo mentalmente por si hubiese algo pendiente.

-Sí, por mí todo OK- me limité a contestar.

"respira y no hagas la idiota" pensé. Me senté en el ordenador mientras para adelantar cosas, entre validar medicación, revisar los cuidados, las peticiones de analíticas pendientes... Y el tiempo pasó, y nadie vino.

Pasó de nuevo por mí el compañero que me pidió permiso y le pregunté: ¿Y la familia?

- Han decidido no entrar, están hablando con el médico. Prefieren no venir.

Otra vez mi cabeza dio vueltas ¿por qué? ¿pensarán que sufre? ¿Se llevarían mal? ¿qué les pasará para no querer entrar? No lo entendí. Pero procesándolo, intenté pensar en todos sus motivos ¿Y yo qué haría? ¿y qué es mejor? Intenté no divagar más en ello. Tras terminar todas mis tareas, ahí seguía, poco a poco abandonándose y yo, con mi cara-caballo sin saber qué hacer. Sus familiares no querían entrar, por el motivo X, justificado o no, ese no era mi problema. Pero él estaba ahí, solito, en su último momento. Así que me senté y esperé con él.

Unas cuantas horas más tarde, uno de mis compañeros de turno me pidió ayuda con una vía. Sólo fue dos minutos. Sólo fue entrar y salir. Y cuando regresé, se había ido. Se marchó. Su último momento pasó.

- Nos vemos en la otra vida- le dijo el auxiliar que me tocó esa noche conmigo.


Esto es parte de nuestro trabajo, y parte de la vida. A veces hace que me vaya a casa muy reflexiva, sobre si estoy aprovechando mi vida, sobre cómo me comporto conmigo misma y con los demás. La vida es un ratito, y hay que aprovecharla y llenarla de felicidad y no esperar a decir lo que piensas o sientes, no dar el paso por miedo, a no vivirla.

7. Y de repente... LUNA LLENA

¡Un mes sin trabajar! Diooosssss un messsss

Estaba en mi casa haciendo el "Spiderman", hasta que una mañana mi teléfono sonó:

- Buenos días, ¿la Señorita Rodríguez? Tenemos un contrato para esta noche y la siguiente, sí. Urgencias. No se olvide de firmar entrada y salida si quiere cobrar.

Colgué con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Me encanta Urgencias! Se acercaba un festivo en mi comunidad con que supuse que habría permisos en la unidad, así que ¡manos a la obra! Llené el bolso con todos mis cachivaches para estar preparada para todo en el turno, como una espartana. Cerré la mochila y a eso de las 21:30 estaba ahí yo, toda motivación.

No podría decir lo mismo de la enfermera que me dio el cambio. Tenía cara de pocos amigos y aspecto de muchas ganas de terminar.

- ¡Hola, soy Violeta! tu cambio :D

La enfermera me mira, medio me devuelve la sonrisa con cara de "contenta por venir a este caos... será pringada".

                                             (me encanta The Offsprings antes de entrar a urgencias, energía a topeee)


Así que mi amiga cara de perro me da un cambio bastante interesante... diez pacientes, cuatro, psiquiátricos. PSIQUIÁTRICOS. Con todas las letras. No pienses que tengo prejuicios ni mucho menos hacia un paciente de este tipo; de hecho, siempre he defendido que las enfermedades psiquiátricas son como otra cualquiera, sólo que en vez de que el problema sea en un riñon, en el páncreas o en el corazón, por ponerte un ejemplo, es en la cabeza. Y se merecen que se les entienda y apoye más por parte de la sociedad. Pero volviendo a mi turno... hablamos de pacientes descompensados, algunos sujetos, agresivos... en fin.

Comienzo con la ronda para ver la carita a mis pacientes.
-NIÑAAAAA, NIÑAAAAAAA que tienes fuego en la cabeza!!!! gritó un paciente justo detrás de mí. Del susto, casi se me cae lo que llevaba en las manos. Intento recomponerme y dirigirme al paciente 1, para presentarme y ver un poco su situación.
- OOooohh sí, guapa, ooohhh síi, mira que eres guapa. Dame un besito venga, que yo soy tu lobo nena, y esta noche te aullo a la luna. AAAAUUUUUUUU AAAAAUUUUUUUUUUUu (todo esto con los ojos abiertos de par en par y la lengua completamente por fuera).

(Nota mental: ver qué tiene este hombre para la agitación en su historia)

Sigo repasando pacientes y doy con mi siguiente psiquiátrica, una chica joven que vino en ambulancia. Estaba muy tranquila, hasta que me acerco, le tocó el brazo y se pone de pie ¡mierda, qué alta es! Estaba completamente desnuda, e intentó salir corriendo por el pasillo hacia afuera (con Urgencias completamente repleto de gente).

- NIÑAAA NIÑAAA que yo me quiero ir, que tengo que llegar a la Plaza de fuera porque yo soy La Virgen... yo soy la Virgen que viene a curar todos los males!!! La redención está ahí (y a continuación recita algo que digo yo será latín).

Yo intenté sujetarle por el brazo y hablar con ella... mientras me arrastraba por el pasillo hasta la salida... De un golpe me tiró al suelo (ella era mucho más grande que yo y estaba completamente descontrolada) y vinieron unos compañeros a nuestro rescate. Entre cuatro personas intentamos sujetarle para que no se escapara, con los correspondientes arañazos y golpes. Hasta que alguien vino con una bonita intramuscular... ¡Mano de Santo! Pudimos acomodarle en "el cuatro de contención", donde  gritó y patealeó el resto de la noche.
Mi cuarto paciente psiquiátrico estaba deliciosamente tranquilo, sujeto, pero tranquilo: por la tarde sacó un mechero de no se sabe dónde e intentó quemar las sujeciones. Por lo visto era amigo de quemar cosas :s

Se me presentaba una noche bastante suculenta, sí, uno cuantos intentos de suicidios con mecanismos varios (entre pastillas, armas blancas etc), otro que vino acompañado de la policía porque le encontraron desnudo corriendo por un parque...

Cada vez más pacientes con requerimientos muy especiales que se sumaban a los anteriores. Pacientes que gritaban y gritaban sin parar, y que a pesar de las medicaciones, no había manera de relajarlos, con lo cual, los pacientes "no psiquiátricos" que estaban en el pasillo (gracias recortes), les gritaban para que se callasen, porque lógicamente, no podían más.

-¿Pero qué es lo que pasa hoy que no paran de venir pacientes mal de la azotea? Comentaban dos compañeras. -¿no te has dado cuenta? Hoy hay luna llena.

En fin, yo que adoro mis noches, de silencio, tranquilidad y sosiego, tengo que decir que deseé que esa noche infernal terminara. 10 horas en total de escuchar gritos, cuando no de unos, de otros, de más pacientes, de más trabajo, de personas que amenazan con reclamaciones... a las 8h de la mañana, miras a la siguiente que te coge el cambio y piensas... Viene sonriendo, ¿será pringada? ;p

5. Momentos

" Desconocía su color favorito y aún así, decidí regalarle el mejor de mis silencios. Esforzó su mano trémula hasta encontrar mi cara templada, mientras buscaba en mis ojos lo que ya sabía, el reflejo de la victoria del descanso".

4. RECETAS ENFERMERAS

Receta nocturna:

-en un recipiente de cristal vierta 200 ml de agua sin gas de mineralización débil . Colóquelo en el microondas por un minuto a potencia máxima.
- a continuación, mesture unas cuantas hojas-flores y póngalas en infusión con el agua mineral. Recomendamos tila, té o pasote. Remueva. Retire al cabo de dos minutos dichas plantas con un colador de embudo metálico inoxidable.
-añada edulcorante al gusto, vale azúcar moreno de isla Mauricio, stevia de los Roques de Anaga o una cucharita de melaza del Mercadona. Remueva con salero para homogeneizar la mezcla.
- para finalizar, vierta 20 gotas de sinogan. Remueva.
- métaselo por el gaznate a su paciente aunque sea a jeringazos.
-observe como duerme como un bendito.

3. Bricolaje Sanitario

Son varias las ocasiones en las que me he encontrado, tanto en mi práctica asistencial como en mi experiencia como formadora, algunas ideas que me desconciertan. Cosas que se les ocurre a la gente en una situación de emergencias a modo de primeros auxilios y que no siempre son buena idea; o incluso, es una técnica desacertada. Pero claro, estás en el cumpleaños de tu suegra, y de repente, la doña se atraganta ... ¿¡y tú qué haces!? Es muy cierto que hay que verse en ese tipo de situaciones donde un ser querido sale dañado (vale, ya sé lo que estás pensado del bicho de tu suegra). Nos ponemos nerviosos, el pánico nos invade y hacemos lo que nos nace: nuestra cabeza pare una idea y tus manos la ejecutan detrás. Y es normal. Luego está la versión en la que ocurre algo y el vecino o el amigo de turno te da información un poco así como "hágalo usted mismo", como el bricolaje, el mueble de IKEA que nos ponemos a investigar cómo montarlo, sin echar un solo ojo a las instrucciones. Esto a veces me parece igual... ¿que me pongo enferma? Mi vecina me dio un  remedio casero en el que mezclas cuatro hierbas del huerto, te tomas un antibiótico, un antihistamínico y cuatro ibuprofenos: MANO DE SANTO. Y a veces le hacemos más caso a ese vecino que al médico - enfermera que podamos ir a visitar: ell@s no nos convencen.
Creo que en lo que más me he detenido, porque más me ha llamado la atención, ha sido en la actuación frente a las quemaduras y frente a las pérdidas de conciencia, convulsiones.

CONSEJOS FRENTE UNA QUEMADURA:

¡Qué cantidad de consejos populares voy encontrándome en este apartado! Además, según el pueblo que visito (esto se da porque circulo por toda mi región gracias a que a veces hago de formadora), tienen mejor vistos unos consejos que otros.
- La popular mantequilla: perfecta para que tu piel huela a churrasco.
- Pasta de dientes: este ultraconocido método que llevamos aplicando generaciones contiene con gran frecuencia elementos mentolados que resultan más irritación que añadir a nuestra piel quemadita.
- Lejía: COMO LO LEES. Un alumno en cierta ocasión me sostuvo durante más de 15 minutos de debate que a una quemadura producida por un ácido debíamos echarle lejía porque así neutralizaba el daño. No soy química pero digo yo que esa reacción en un matraz estará estupenda pero en nuestra piel lesionará más y encima igual se libera más calor, con lo cual, más daño ¿no?
- Pimentón: cierto día me tocó trabajar en un centro de salud. Acudió un señor mayor con una quemadura de hace varios días con un cierto olor a infectado con dulzón... resultó que llevaba todo este tiempo curándose con pimentón, que le habían dicho que era fabuloso, pero él se lo veía peor y le picaba... Pero ahí no queda la cosa, cierta ocasión acudió una chica con pimentón... cómo decirlo... ahí, sí, en el sitio privado de las chicas... ya me entiendes... Le habían dicho lo bueno que era para cortar las hemorragias, porque según ella, se había cortado la zona más interior (haciendo no sé muy bien qué), y que llamó a "todos" y que "ellos venían pero ninguno me ayudaba"... ¡Cuántas vueltas me dio la cabecita! Pensando en qué hacía esa muchacha para cortarse tan dentro, tanto y quiénes o cuántos llamó que le vieron pero no le ayudaban ... :S
- Tierra: nada mejor que un buen puñado de tierra por donde circulan los coches, la gente, los perros hacen pis... para echártelo en la piel. Supongo que antiguamente se haría pero.... ¿con toda la contaminación que existe y con todos los productos que hay hoy por hoy..?


EN CASO DE CONVULSIÓN NOS TRAGAMOS LA LENGUA

Otra idea que tenemos y que se trata completamente de un mito. No he visto a nadie tragándose la lengua por perder la conciencia. Tampoco echar espuma a borbotones por la boca. Así que igual, hay un poco de mito de por medio. Y ya cuando sondeas a los alumnos a ver qué hacen en caso de pérdida de conciencia muchos lo tienen claro: Meter corriendo algo en la boca de la víctima:
- Un palo. Un paaaalo,  es un paaaalo. De madera o de lo que consigas. Si luego tiene astillas o el niño se atraganta o se hace sangre mordiéndolo no importa, porque no se tragó la lengua.
- Una cartera: sí, hubo una persona que trató de meterle una cartera en la boca a un crío. Con monedas y todo.
- Un zapato de deporte: esto lo comentó un señor en un curso. Por curiosidad le pregunté cuánto calzaba... ¿se imaginan abrir los ojos con un 45 en la boca lleno de barro?
- Un cinturón: ummm a lo mejor el cuero sabe bien!!
- Un bolígrafo, como para que se parta y eche la tinta
- Una cucharilla, pero las de café ¿eh?

Para alguien que convulsiona, es mejor no andarse con estas cosas, perdemos tiempo en hacerle más daño en muchas ocasiones, sobre todo, cuando la persona sufre esas sacudidas que nosotros entendemos como convulsión (aunque hay muchos tipos diferentes). Más recomendable es evitar que se golpee, separando objetos de alrededor, aflojándole la ropa entre otras cosas...

Sí que es cierto que nos podremos encontrar un utensilio, que se llama cánula de Guedel, que sirve para ponerlo en la boca de una persona inconsciente para asegurarle la vía aérea. También tiene su método de colocación, va por tamaños en función de la persona y siempre se coloca cuando la persona está inconsciente...  si el niño te mira con cara de circunstancia con media cánula en la boca, igual no la necesitaba...


La anécdota que se lleva la palma, es una ocasión en la que impartiendo un curso, una mamá nos contó que sin querer su hijita, siendo muy pequeñita, se amputó las falanges distales de dos deditos (ese trocito de dedo que tiene la uña). Pues bien: su madre lo primero que hizo fue atender a la niñita, y luego metió las dos falangitas amputadas... ¡en su propia boca! todos los allí presentes nos quedamos estupefactos... Se me pasaron por la cabeza muchas cosas... como el riesgo de infección de los deditos con tanta bacteria bucal, y qué hubiera pasado si se las hubiera tragado... Y bueno, a estas alturas, te estarás preguntando ¿y qué pasó con la niña? Pues bien, según la mami se recuperó perfectamente la niña, y hoy por hoy, mueve los deditos al 100%. ¿Curioso cuanto menos no?

jueves, 6 de marzo de 2014

2. Trabajar de noche

Mucha gente me pregunta que cómo soporto trabajar de noche y tengo que decir que a mí me encanta. Ese hervidero que es el hospital de familiares, batas blancas, carros y demás, ese ritmo frenético diurno de repente se para, dando paso al silencio y la tranquilidad, y el descanso nocturno de los pacientes. Es bien cierto que hay estudios que reflejan que trabajar de noche es malo para la salud, aumenta el riesgo de cáncer y disminuye la esperanza de vida. De alguna manera tengo que pillar a mis amigos que que se castigan el hígado de botellón mientras yo estoy en pleno sábado con las medias de descanso pasillo arriba, pasillo abajo ¿o cuándo te esperabas que nos llamen a las novatas? ;)

    Tengo que decir en este punto que nunca he dormido muy bien. A pesar de sentirme al día siguiente descansada siempre doy muchas vueltas, y aprovecho, mientras mi cuerpo descansa, a repasar lo que he hecho en el día o lo que tengo pendiente de hacer. Cuando Morfeo me visita debe ser que lo hace de mala gana, porque si me hablas o me tocas yo respondo; es decir, duermo muy ligero hasta las tantas. Supongo que por eso odio madrugar, porque las mejores horas del sueño para mí son entre las 4h y las 8h. Sí, como lo lees. A veces cuando se lo cuento a la gente me miran y se callan, como pensando para sus adentros "menuda vaga". Pero nada que ver, le meto mano a todo lo que se me ponga por delante, solo que tengo un ritmo diferente de los demás. Al final va a ser que tengo media genética de búho por ahí.

    Así que cuando estoy en el hospital no me cuesta mucho aguantar la noche, aunque son unas horillas más que el resto de turnos, te organizas como crees mejor y haces las cosas con algo más de calma, que a mi modo de ver, es como mejor salen. Realmente envidio a los pacientes cuando entras a hacer la ronda sigilosamente (en la carrera tenemos una asignatura optativa denominada "deslízate como un ninja- nivel I") y los ves, tan acurrucaditos, tan calentitos y tan dormidos, aaayy, afortunados. A veces da pena moverles para ponerles la medicación.

    También es verdad que por la noche pasan todas las cosas "divertidas" como de repente ese señor que se desorienta y se arranca el pañal haciendo un festín de lluvia dorada por toda la cama, o la doñita que se desvela llamando por su madre. Pero bueno, eso creo que lo encajaré en otra entrada de desorientaciones varias, aunque de eso los sanitarios y los cuidadores estamos para escribir una enciclopedia.

    Cuando llegan las 24h, que todo el mundo tiene sus pastilleos varios para dormir (me sorprende la cantidad de gente que consume este tipo de medicación), infusiones varias, controles glucémicos hechos, sueros repuestos y medicación administrada, te sientas a zampar todo lo que puedes y más. Al menos a mí me entra un hambre atroz, pero hambre de esta de "cochineo"; entonces sacas las papas fritas, el refresco de cola - café según el frío que te dé, las chucherías piconas y te pones en el ordenador a repasar las analíticas que hay pendientes, los cuidados pautados en ese maldito programa que tanto odias manejar etc., las ayunas... Total, que a lo tonto se te hacen las 6:30 y ya empiezas con el corre-corre hasta que a las ocho menos cuarto, aparece tu maravilloso relevo, fresco como una lechuga en unas ocasiones, o con la legaña pegada y café en la mano esperando que le des un cambio de primera.
   
   ¡Y por fin las 8! Sales cansada pero relajada, coges el coche, te pones música (la mía suele ser a esas horas Bob Marley) y te vas con viento fresco y una sonrisa pensando en tu cama,  tu ducha, el mega- desayuno... y vas tan ricamente por la carretera mientras el resto del mundo se pelea por entrar a la ciudad estresado, porque son las 8 y aún tienen que aparcar... pero ya está, tú con suerte, ya has cumplido por hoy y te toca descansar y librar ¿no es maravilloso trabajar de noche? :)

Y tú ¿eres de los que empiezas la mañana fresco como una lechuga o con la legaña pegada?

1. Enfernómana.

Me llamo Violeta y soy adicta a la enfermería desde hace algunos años. Adicta porque siempre que me toca trabajar entro eufórica, y salgo más eufórica aún; eléctrica por completo, porque quizás me tocó ese campo de batalla que llamamos "Urgencias" donde cogí 20 vías, hice extracciones, puse sondas varias, suturé al despistado de turno o tuve que curar  a la señora con la úlcera que tanto le molestaba. Es muy satisfactorio pensar que estás haciendo algo por los demás, que te gusta, y que encima, te pagan por ello; pero sobre todo, ver la carita de los pacientes, de alivio, de agradecimiento, de alegría por una buena noticia.

    Me apasiona la enfermería, porque es una fuente de conocimiento continuo, un camino donde siempre aprendes algo nuevo y donde cada persona te regala una historia, una lección en la vida que te enriquece.

     Claro que... no siempre es todo tan maravilloso como se rodaba en tu mente... Cuando estás esperando por empezar las clases en la uni, (o al menos a mí me pasó) empiezas a gestar en tu cabeza una historia donde vas por el pasillo con un elegante pijama blanco nuclear acorde con tu sonrisa, con los bolígrafos perfectamente enganchados en el bolsillo, las tijeras de pico de pato asomando en otro bolsillito, y una tablita super mona donde anotar las tensiones de tus pacientes; quienes muy sonrientes, te dan los buenos días al entrar a la habitación, motivados por ponerse buenos e irse a casa. Sí, muy bonito ¿verdad? Definitivamente, no sabía lo que se me venía encima :) . Y de repente, te ves con un uniforme lleno de manchas (entre salpicaduras varias, betadine etc), que con suerte es de tu talla; con los pelos completamente asilvestrados y los bolsillos a punto de explotar, entre permanentes, fluorescentes, los cuatro colores de turno, que si un tapón de heparina, un compresor, llaves de tres pasos... total,  que te llevas medio carro metido para no tener que volver "patrás". ¡Ah por cierto! y las tijeras... que como las prestes o te las dejes por ahí olvídate de recuperarlas... es un bien muy preciado entre las enfermeras. Y de esta guisa entras en tu primera habitación de la mañana y tienes al primer paciente que te mira estupefacto y te dice ¿pero tú sola me vas a pinchar? ¿No eres como muy nueva? o el típico "llevo 10 horas con dolor esperando porque aparezcas, te parecerá bonito, porque el médico me dijo que ...", sin olvidar por supuesto a la señora desorientada que no para de gritar por las noches y ahora está completamente sopa. Y tú sales de la habitación preguntándote por qué dentro del vestuario de enfermera no se incluyen los patines puesto que ya llegas tarde a la medicación de las doce.

    En fin, aún así, me parece hasta idílico, porque todos esos supuestos implican algo muy importante para una enfermera cualquiera, como yo, que es TRABAJAR. Las enfermeras novatas tiramos cohetes cuando nos llaman ..¡ de verdad de la buena! y eso que suelen hacerlo a las 15h para empezar sobre la marcha. No importa lo lejos que estés, te llaman y tienes que ir ¡y punto! Una vez me llamaron para un contrato de una semana seguida e invité a toda mi familia para celebrarlo. Ahí estás tú, con la maleta preparada, sentada al lado del teléfono, no vaya a ser que te cojan desprevenida, como aquella vez que fuiste con arena hasta las orejas porque estabas en la playa.