Me llamo Violeta y soy adicta a la enfermería desde hace algunos años. Adicta porque siempre que me toca trabajar entro eufórica, y salgo más eufórica aún; eléctrica por completo, porque quizás me tocó ese campo de batalla que llamamos "Urgencias" donde cogí 20 vías, hice extracciones, puse sondas varias, suturé al despistado de turno o tuve que curar a la señora con la úlcera que tanto le molestaba. Es muy satisfactorio pensar que estás haciendo algo por los demás, que te gusta, y que encima, te pagan por ello; pero sobre todo, ver la carita de los pacientes, de alivio, de agradecimiento, de alegría por una buena noticia.
Me apasiona la enfermería, porque es una fuente de conocimiento continuo, un camino donde siempre aprendes algo nuevo y donde cada persona te regala una historia, una lección en la vida que te enriquece.
Claro que... no siempre es todo tan maravilloso como se rodaba en tu mente... Cuando estás esperando por empezar las clases en la uni, (o al menos a mí me pasó) empiezas a gestar en tu cabeza una historia donde vas por el pasillo con un elegante pijama blanco nuclear acorde con tu sonrisa, con los bolígrafos perfectamente enganchados en el bolsillo, las tijeras de pico de pato asomando en otro bolsillito, y una tablita super mona donde anotar las tensiones de tus pacientes; quienes muy sonrientes, te dan los buenos días al entrar a la habitación, motivados por ponerse buenos e irse a casa. Sí, muy bonito ¿verdad? Definitivamente, no sabía lo que se me venía encima :) . Y de repente, te ves con un uniforme lleno de manchas (entre salpicaduras varias, betadine etc), que con suerte es de tu talla; con los pelos completamente asilvestrados y los bolsillos a punto de explotar, entre permanentes, fluorescentes, los cuatro colores de turno, que si un tapón de heparina, un compresor, llaves de tres pasos... total, que te llevas medio carro metido para no tener que volver "patrás". ¡Ah por cierto! y las tijeras... que como las prestes o te las dejes por ahí olvídate de recuperarlas... es un bien muy preciado entre las enfermeras. Y de esta guisa entras en tu primera habitación de la mañana y tienes al primer paciente que te mira estupefacto y te dice ¿pero tú sola me vas a pinchar? ¿No eres como muy nueva? o el típico "llevo 10 horas con dolor esperando porque aparezcas, te parecerá bonito, porque el médico me dijo que ...", sin olvidar por supuesto a la señora desorientada que no para de gritar por las noches y ahora está completamente sopa. Y tú sales de la habitación preguntándote por qué dentro del vestuario de enfermera no se incluyen los patines puesto que ya llegas tarde a la medicación de las doce.
En fin, aún así, me parece hasta idílico, porque todos esos supuestos implican algo muy importante para una enfermera cualquiera, como yo, que es TRABAJAR. Las enfermeras novatas tiramos cohetes cuando nos llaman ..¡ de verdad de la buena! y eso que suelen hacerlo a las 15h para empezar sobre la marcha. No importa lo lejos que estés, te llaman y tienes que ir ¡y punto! Una vez me llamaron para un contrato de una semana seguida e invité a toda mi familia para celebrarlo. Ahí estás tú, con la maleta preparada, sentada al lado del teléfono, no vaya a ser que te cojan desprevenida, como aquella vez que fuiste con arena hasta las orejas porque estabas en la playa.
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